En un post anterior mencioné la habilidad crucial de la congruencia que es el factor subyacente de toda buena comunicación y enseñanza. Es también algo fundamental para lograr el comportamiento adecuado en el aula. El docente necesita responder de forma congruente, con autenticidad, ser él/ella mismo, y ser honesto para ser efectivo. Carl Rogers escribió: “Cuando una persona da una mensaje que no concuerda de verdad con sus sentimientos, esa persona está siendo incongruente”. Así que si no está totalmente convencido de una norma, ni seguro acerca de cómo se siente o parece aburrido mientras supuestamente está enseñando algo importante, dará la impresión inevitablemente de estar fingiendo. Ser congruente en mi propio comportamiento y actitud permitirá sin duda tener menos problemas de comportamiento en el aula.
El docente necesita ser consciente de cómo se siente acerca de las normas que pretende utilizar con su clase. Cuando digo ser consciente de cómo se siente, significa que deben ser ellos mismos totalmente convencidos y creer en lo que están por implementar, porque van a tener que ser coherente y constante en su implementación. De lo contrario estoy dando un mensaje confuso y equivocado a mis alumnos. No soy congruente, por ejemplo, si siento o me digo a mí mismo: ‘la verdad que no es tan importante, y ni puedo recordarlo’.
Cuando estoy enseñado un tema y mis sentimientos son ‘uh, otra vez tengo que esto tema otra vez’ con un aspecto de aburrimiento en mi cara, no puedo esperar interesar a mis alumnos ni lograr el debido comportamiento. Esto no es siempre fácil y la rutina pueda desbaratar nuestras mejores intenciones. Sin embargo, necesita poner entusiasmo y quizás darle un nuevo enfoque a algo que vengo enseñando durante años. Necesito creer en lo que estoy enseñando y al mismo tiempo tener en cuenta que soy una persona antes de ser docente, ubicar mi persona en el docente, ser una persona real con mi personalidad. Parece algo obvio decir que un docente que es coherente tendrá menos problemas de disciplina.
Hay buenas razones por creer entonces que no podemos dar ni recibir una receta para saber qué hacer en cada caso de indisciplina. Si alguna sugerencia no concuerda con mi propia personalidad, no hay que intentar implementarla porque no funcionará. Puedo, por supuesto, adaptarme que es siempre necesario ante un grupo nuevo de alumnos. En mi caso particular, sobre todo cuando ya avanzado en años, tenía la fama de ser estricto y severo y las expectativas de los nuevos alumnos fueron basadas en esa fama el primer día de clase, fue necesario clarificar desde el principio lo que fueron mis propias expectativas y que sus “expectativas anticipadas” acerca de mí, no iban a interferir en la buena relación que consideraba una parte esencial de la docencia. Si yo iba a ser exigente con ellos con respecto al código de convivencia, el respeto y la responsabilidad personal también iba a ser igualmente exigente conmigo mismo. Así entonces, tuve que aprender a reírme de un chista, si fuera así de verdad, aunque poco oportuno, y sentirme relajado ante una situación cómica y saber sonreírme más, como me pidieron. Intentaba simplemente ser congruente con respeto a las normas y sus consecuencias y mi interacción general con los alumnos, y a la vez no ser inoportuno ni aguafiestas.
Debo decir, entonces, con respecto a las sugerencias o pautas mencionadas aquí, que está claro que cualquier docente o padre de familia sólo debe tomar lo que le parece correcto y natural para él/ella. En una palabra aprender ser efectivo siendo siempre uno mismo. Mi propia experiencia me enseñó que con mi carácter exigente yo tuve que ser tan exigente conmigo mismo como con mis alumnos. Ellos pronto comprendieron esta actitud y estaban dispuestos a colaborar. Tomé mis alumnos en serio y creía en ellos hasta que demostraron lo contrario. El resultado final fue que los alumnos se dieron cuenta que fui o trataba de ser siempre congruente, no usaba una máscara según la ocasión y creyeron en mí y en lo que enseñaba con el comportamiento acorde, generalmente. Así que no seamos, en nuestra capacidad de docentes, él que es el perturbador, lo que a veces puede ocurrir.
AM I COHERENT?
In an earlier post I mentioned the crucial skill of congruence or coherency and this is the underlying factor in all good communication and teaching. It is also fundamental in achieving good classroom behavior. The teacher needs to respond coherently, authentically, be him/herself, and honest to be effective. Carl Rogers wrote: “When a person delivers a message that does not really match his/her feelings, that person is being incongruent”. So if you are not fully convinced of a rule, sure about how you feel or look bored while supposedly you are teaching something important, you will inevitably come across as phony. Being coherent in my own behavior and attitude will undoubtedly lead to fewer discipline problems in my class.
A teacher needs to really know how he/she feels about the rules and consequences they wish to use to govern their class. When I say know how they feel, I mean they must be really convinced and believe in what they are doing because they are going to have to be consistent in their application. Otherwise, you are giving the wrong message to your students. I’m not coherent, if, for instance I feel or say to myself ‘it’s not really that important, I can’t even remember it myself’!
When I’m teaching a particular subject matter and my attitude is: ‘Uh, I have to teach this again’ with a bored look on my face, I can’t expect my students to take an interest and behave correspondingly. This is not always easy and routine can play havoc with our best intentions. Nevertheless, I need to feel enthusiastic and give a fresh slant to something I’ve been teaching for years perhaps. I need to believe in it, while bearing in mind that I’m a person before I’m a teacher and put my real person into my teacher, be a real person with my own personality. It seems obvious that a teacher who is consistent and coherent will have fewer discipline problems.
There is a good reason then why we cannot expect to receive a recipe of what to do in each case of misbehavior. If some suggestion is not congruent with my own personality, don’t try implementing it, it won’t work. I can, of course, adapt and that is usually necessary in front of any new group of students. In my particular case I used to come across as somewhat strict and severe and those were the expectations that my students had on the first day of class. So it was necessary to clarify from the outset what my own expectations were and that their “prior expectations” of what I was like, were not going to interfere in the good relationship which I considered should be an essential part of the class. If I was going to be demanding on them regarding code of behavior, respect and personal responsibility I was going to be equally demanding on myself. So, of course, I had to learn to laugh at a joke, if it was funny, even though untimely or be relaxed with a comic situation in the class. I was simply trying to be coherent with respect to classroom rules and consequences, and my general interaction with my students, while not loosing face.
May I state therefore with regard to any suggestions or guidelines I post here, it is necessary that any teacher or parent take on only what seems right and comes natural to them. In other words we must learn to be effective and still be ourselves. My own experience has shown me that with my own demanding character I had to be as demanding on myself as on my students. They soon appreciated this attitude and were more willing to cooperate. When I said something, I meant it. I took my students seriously and believed them until they proved otherwise. The end result was that despite my apparent serious and demanding nature, my students knew that I was being congruent. I was not wearing a mask to suit an occasion and therefore they believed in me and in what I was teaching and behaved accordingly. So let’s not be the one who is disruptive in class, which can sometimes be the case.
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