Sin duda hay docentes que sienten la necesidad de trabajar mucho en el manejo del aula y la disciplina y otros, que lo logran con más naturalidad. Obviamente, las circunstancias y los tiempos pueden variar mucho y no corresponde aquí pretender imponer supuestas soluciones fáciles ni simplificar lo que por su naturaleza puede ser complicado sobretodo en determinados ámbitos.
¿Pero es demasiado sostener que un buen docente, en circunstancias normales, no necesita trabajar mucho en el manejo del aula, classroom management o en lograr un comportamiento adecuado?
Veamos. Para empezar un buen docente mantiene la calma, siempre, es una persona emocionalmente calorosa y estable, es un placer estar con él o ella. En una palabra es una persona que lleva puesta un aura de autoridad positiva, sabe lo que hace, lo disfruta y también sus alumnos.
Todo docente y alumno debe entender que el respeto hacia sí y hacia los demás y la autodisciplina son necesarios en un estilo de vida sano. Además, el buen docente sabe que no existe "el mejor método" de disciplina, sino que existen diferentes métodos para ser aplicados según las diferentes circunstancias. Por eso insistimos en estar preparados. La reacción nunca puede suplir la acción premeditada, basada en los derechos y las obligaciones sino, al contrario, muchas veces induce a una reacción contraria de parte del alumno y a error de parte del docente.
Y ¿qué desea todo alumno? Sentirse querido, importante, motivado, sentir que pertenence y poder disfrutar el aprendizaje. Así que la mejora en la educación finalmente depende en gran parte del docente mismo, y si toda la institución acompaña, mejor. Necesitamos construir desde la base para prevenir problemas potenciales. Por supuesto la edad del pavo, la adolescencia, existe con sus propias características físicas, emocionales y sociales. Entenderlo y aceptarlo como propio y normal facilita y hace realista a su vez las expectativas tanto de los alumnos como las nuestras. En la educación las expectativas son fundamentales. Muchos habrán leído del experimento llevado acabo donde dos grupos de alumnos fueron presentados a sus respectivos docentes al principio del año escolar, uno supuestamente muy inteligente y capaz y el otro mediocre. Al final del año, el grupo "inteligente" había avanzado mucho y el grupo "mediocre" muy por debajo. Luego explicaron que en realidad los dos grupos habían sido elegidos al azar. Todo dependía de las expectativas.
En todo liderazgo la conexión emocional es muy importante, pero por otro lado no puede ser simulado. Así es que o el docente marca el tono y las pautas o lo harán los alumnos. Hay que siempre iniciar la clase allá arriba, con energía y terminar con energía y dejar el resto para el medio. De esta manera el docente marca el paso y va hacia los alumnos no el inverso.
La experiencia me ha enseñado que cuando el docente acompaña a los alumnos al aula, o por lo menos los espera en la puerta mientras entran al aula, es más fácil lograr inmediatamente el clima de trabajo. Entrar al aula después de que todos los alumnos hayan ingresado pone al docente en desventaja y produce demora en el arranque de las actividades. Tener la consigna de trabajo claramente explicitada desde el primer momento facilita la energía mencionada arriba.
La experiencia me ha enseñado que cuando el docente acompaña a los alumnos al aula, o por lo menos los espera en la puerta mientras entran al aula, es más fácil lograr inmediatamente el clima de trabajo. Entrar al aula después de que todos los alumnos hayan ingresado pone al docente en desventaja y produce demora en el arranque de las actividades. Tener la consigna de trabajo claramente explicitada desde el primer momento facilita la energía mencionada arriba.
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