Si partimos del supuesto que los protagonistas del problema deberían ser los protagonistas de la solución, es evidente que tanto a los docentes como a los alumnos les competen buscar e implementar las soluciones a los problemas de comportamiento que hayan provocado. Hemos advertido en otras oportunidades que no son siempre los alumnos que provocan el malestar en el aula. Claro que es difícil para un docente reconocer que su propia actitud o actuación es lo que podría haber provocado situaciones de conducta inadecuada. La experiencia diaria nos enseña cuán difícil es para una autoridad cualquiera reconocer su error y tener la humildad suficiente para reconocerlo e intentar repararlo. Es allí donde radica la grandeza del individuo. Si sabemos que enseñamos mucho más con nuestros actos que con nuestras palabras, por qué insistimos tanto con el discurso. El docente, sobretodo, necesita recordárselo diariamente. Este blog no pretende más que ser un pequeño aporte o luz en el camino.
Parece evidente decir que el protagonista del problema debería ser el protagonista de la solución, sin embargo, sabemos que en la práctica no siempre procedemos de esta manera. Una de las razones es porque a veces parece más rápido y simple que el docente u otra autoridad, según el caso, se empeñe en aplicar una sanción u otro remedio para sacar el problema de encima, sabiendo que, de esta manera, no estamos buscando una solución de fondo.
Otra razón podría ser que el sistema educativo ha sido generalmente una organización vertical y por ende correspondió una comunicación vertical y burocrática. Se considera generalmente que tanto la implantación de las políticas de la institución como el control de su cumplimiento emanen exclusivamente desde el centro. Sabemos, por otro lado, que la sociedad y sus normas, en general, han cambiado radicalmente. Nuestros alumnos son cada vez más conscientes de la discrepancia que existe entre el dicho y el hecho. ¿Por qué, entonces, no van a actuar ellos mismos según estas “normas de conveniencia” de la sociedad en general que ellos mismo experimentan a diario y muy probablemente también en el ámbito escolar.
Necesitamos, cada vez más, una gran dosis de realismo en nuestra actuación docente. ¿Qué es lo que pretendo como docente? Enseñar con el ejemplo parece una obviedad, pero ¿lo creemos así en la práctica?
English Version
INSTIGATORS OF THE SOLUTION
If we take as our starting point that the protagonists of the problem should also be the protagonists of the solution, it seems evident that both the teachers and the students are those responsible for seeking and implementing the solutions to the behavior problems they may have provoked. We have mentioned on other occasions that it is not always the students that provoke the misbehavior or bad climate in the classroom. Of course it is difficult for a teacher to acknowledge that his/her attitude or practice may have been the detonating factor for provoking situations of misconduct or disinterest on the part of the students. Our daily experience teaches us how difficult it is for the person in any position of authority to acknowledge his/her error and have the sufficient humility and self-esteem to acknowledge it and try to find an adequate solution. But that is where the greatness of the individual lies. So if we are aware that we teach more with our actions than with our words, why do we insist so much in talking and lecturing with our students? The teacher, especially, needs to remember this fact daily, and the only pretentions of this blog is to offer a little support and a little light in the tunnel.
It seems evident to state that the one who provoked the problem should be the one that instigates the solution, nevertheless we know that in practice we don’t always proceed in this manner. One of the reasons is that very often it appears to be quicker and simpler to have the teacher or other figure of authority, depending on the case, implement the sanction or other solution and thus have the matter quickly dealt with and out of the way. Of course we know quite well that in this manner we are not seeking a real approach to or definitive solution to the problem.
Another reason may be that the education system has usually been considered a vertical style organization and needed a vertical and bureaucratic style of communication. It was therefore generally understood that the establishment of the institution’s policies as well as the control of their implementation should emanate exclusively from the center. We know, on the other hand that modern society and its paradigms have changed radically. Our students are evermore aware of the discrepancy existing between what is preached or taught and what is done in practice. Why then would they themselves not also act according to these “norms of convenience” which they experience daily in society in general and perhaps also in the school.
We need an ever greater dose of realism in our behavior as teachers. So what am I proposing to do as a teacher? Teach through example would seem an obvious reply, but do we truly believe it in practice?
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